Uno de los privilegios que me
llevo de este país tan interesante que estoy descubriendo es haber conocido
Casapueblo y parte de la obra de Carlos Páez Vilaró. Tengo que confesar que no
conocía a este prolífico artista y sencillamente, me encantó todo o que vi en
su Museo-Taller, su “escultura habitable” como él denominaba la construcción
ubicada en Punta Ballena. Basta con poner su nombre en Google para que rápidamente
toda la pantalla se tiña de color y de arte.
Páez Vilaró se atrevió con
diversos campos: la pintura, la arquitectura, la cerámica, la literatura…
cualquier forma de expresión le valía a este uruguayo para expresar su amor por
la naturaleza, las mujeres, el sol o incluso su hijo uno de los implicados en
la tragedia de los Andes.
La visita a Casapueblo finaliza
con la audición de su poema al Sol, recitado por él mismo mientras se contempla
el atardecer desde los balcones. Una puesta de Sol para recordar siempre. Aquí va un pequeño extracto del poema:
“Chau
Sol…! Te quiero mucho…
Cuando era
niño quería alcanzarte con mi barrilete. Ahora que soy viejo, sólo me resigno a
saludarte mientras la tarde bosteza por tu boca de mimbre.
Chau Sol…! Gracias
por provocarnos una lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de
nuestros abuelos, de nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no
están junto a nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura.
Adiós Sol…!
Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la
casa del sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me
siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario