Y en lo alto del Cerro San Cristóbal
me di cuenta de la inmensidad de esta ciudad. Y de la situación geográfica de
este país. Había atravesado la cordillera de Los Andes y viajado hasta Valparaíso y Viña del Mar donde toqué el agua helada del Pacífico. Había llegado hasta el
destino más oriental del mi viaje. A lo largo de esa costa terminaba el día y
justo después empezaba en la otra parte del mundo. Justo esa otra parte del
mundo estaba allí, en el horizonte. Afortunado por poder estar en Chile,
impresionado por la distancia. Tan lejos. Tan grande. Tan pequeño…
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